Nuestro hogar es la mayor inversión para la mayoría de nosotros. Protegerlo por tanto, es algo necesario. La mejor opción es mediante un seguro de hogar, entre otras muchas razones, por tener la mejor relación coste/beneficio. Por un precio medio de 250 euros anuales, obtendremos la tranquilidad de saber que nuestro hogar está asegurado.
Elegir el seguro del hogar bien merece la pena dedicarle un mínimo de atención. Para ayudarte a ello, vamos a compartir contigo los cinco errores, que a lo largo de nuestros 25 años de experiencia, hemos observado que se producen más frecuentemente.
Calcular el capital del contenido a ojo. Antes de comenzar a buscar el seguro de hogar que nos interesa, hacer un inventario de todo lo que tenemos en casa (mobiliario, ajuar, ropa, menaje de cocina, joyas, decoración, etc.) te permitirá contratar el capital de contenido lo más ajustado a la realidad. Con esto evitarás que tu póliza caiga en sobreseguro (estarías pagando de más) o infraseguro (pagarías menos de lo que correspondería y la compañía podría aplicarte la regla proporcional y cubrir solo una parte del siniestro, con las graves consecuencias que esto podría tener).
Valorar el continente en valor de venta. En caso de siniestro la compañía aseguradora no te va a comprar la vivienda. La va a reconstruir. El valor adecuado para el continente es el valor de reconstrucción en función de la calidad de la misma. Actualmente esto se ha simplificado, pues la mayoría de aseguradoras, tienen baremos orientativos, en función de metros cuadrados y calidad de construcción. Pero no olvides que es orientativo. En tu caso particular puede que éste baremo no se ajuste a tu realidad. Al igual que con el contenido, valorar adecuadamente el continente te evitará caer en sobreseguro o infraseguro.
No comprobar las condiciones particulares. Asegúrate que la información que facilitas es la correcta. Parece una tontería, pero una cosa tan sencilla como reflejar erróneamente, por ejemplo, la letra del piso, como una D, en lugar de B, puede producirte un dolor de cabeza tan grande como que, en caso de siniestro, éste sea rechazado por la aseguradora. Comprueba que los datos como dirección, uso, características, valoraciones, formas de aseguramiento (valor de reposición, valor real, primer riesgo) sean los correctos.
Comparar el precio de tu seguro con el de tu vecino o amigo. Parece que hablando de seguros, esta costumbre está muy extendida. Pero por muy generalizada que sea ésta, no tiene mucho sentido. Los seguros no son un sector distinto al resto de los bienes de consumo. Sus precios, principalmente están en función de capitales y coberturas contratados. Por ello, tu vecino ha podido dejar la vivienda tal cual se la entregaron y amueblarla por completo en esa tienda sueca que todos tenemos en mente, y tú en cambio pusiste parquet, cambiaste las puertas por otras mejores y amueblaste la casa con muebles de mucha más calidad. Lógicamente, como un seguro ha de ser como un traje a medida para que cumpla debidamente su cometido, en este caso, tu vecino puede contratar por ejemplo, un seguro por 220 euros y tu contratarlo por 425. De igual manera que no piensas que tu vecino es más “listo” porque los neumáticos de su utilitario le han salido más baratos que los de tu todo terreno, tampoco debes hacerlo porque el precio de su seguro sea inferior. Contratar un seguro en función de su prima, es un error que puede salir muy caro..
Pensar que el seguro de hogar cubre cualquier cosa que pueda suceder. Pensar así, te abocará a pronunciar en más de una ocasión la frase “¿entonces para que estoy pagando un seguro?”. Es cierto que las aseguradoras, con la incorporación en las pólizas (entre otras cosas para diferenciarse de la competencia) de más y más garantías, de las que los profesionales denominamos “florero”, han contribuido de alguna manera a generar la idea de que en el seguro entra todo. Y lo cierto es que no es así. Por regla general, todo lo que tenga origen en el mantenimiento del hogar, no estará incluido en ningún seguro de hogar.Los contratos de seguros son contratos de adhesión. Es decir, cuando contratamos una póliza, lo que hacemos es adherirnos al contrato que nos presenta la compañía aseguradora. En él, en sus condiciones generales, están fijadas las garantías, límites, alcance de coberturas, exclusiones, etc. De manera que tanto el bien en sí mismo, como las circunstancias que han generado el daño, han de tener “encaje” en dicho condicionado. De lo contrario no estará cubierto. Como ejemplo, vamos a ver como un daño similar, puede estar o no cubierto en base a la circunstancia que lo ha generado: supongamos que al bajar una persiana ésta se sale de su carril, quedando suelta. Si comunicamos el parte y el técnico determina que la persiana se ha salido por desgaste del carril, NO estaría cubierta la reparación. Ahora imaginemos que a causa de una fuerte tormenta, la persiana ha sido arrancada de su carril. Si damos el parte y se comprueba que el viento generado por la tormenta supera la velocidad estipulada en el condicionado, para fenómenos meteorológicos, SI estará cubierta su reparación. Por eso es tan importante, a pesar de ser un poco “ladrillo”, leerse el condicionado para saber lo que realmente tenemos cubierto y lo que no. Si necesitas mas información, en Correduría de Seguros Mara estaremos encantados de ayudarte.